Pocas de las civilizaciones que han habitado la Península a lo largo de su Historia han tenido tanta brillantez en lo científico, artístico y tecnológico como la islámica. Sus logros no fueron hitos efímeros, el calado cultural que dejaron en la sociedad posterior la encumbran como uno de los ejes en los que se asienta nuestra identidad, en cuyo seno nacieron algunos de los artistas, científicos y pensadores más importantes de la historia del Islam.
La extraordinaria herencia de la presencia musulmana es palpable inmediatamente en el trazado de algunas de las ciudades más importantes de España, en alguno de los monumentos más visitados del país y declarados por la Unesco Patrimonio de la Humanidad, en la cocina española, en el idioma oficial del país o en la manera de trabajar el campo. Aún así, los expertos manejan un amplio catálogo de inventos procedentes de la Edad de Oro del Islam y que, por lógica, debieron de introducirse, física o conceptualmente, en la época de la ocupación: la cámara oscura, la destilación, el champú, la evaporación, la filtración, el ala delta, la cristalización, los destilados alcohólicos, el alambique, los relojes mecánicos alimentados por agua y pesas, la sierra, la pluma estilográfica, el globo celeste o los cohetes explosivos son sólo algunos de ellos.
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