El nombre de «Abraham» significa padre de muchos pueblos y, según el relato del Génesis, Dios se lo impuso a un hombre llamado «Abrán» (o «Abram») en el momento de establecer un pacto con él que incluía su deseo de convertirlo en el origen de un pueblo del que sería su Dios y al que le daría la tierra de Canaán como posesión perpetua.
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